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El cielo está llorando
(luego de salir de unos cuantos incendios laborales, y a petición del público - en estos momentos tienen que estar sonando aplausos mecánicos - , retomo el blog con algunas cositas que tenia pendiente.)
Corriendo de acá para allá y de allá para acá, el pequeño Steven se rompe un hueso, de la pierna, y por ende directo a la cama. Para que pasara su aburrimiento, al hermano mayor se le ocurre regalarle una guitarra de juguete. Comienza la leyenda, comienza su Blues.Decidido a comprarse su primer disco, corre de nuevo, sin esta vez romperse nada, pero lo pone tantas veces, pero tantas veces continuas en el tocadiscos de su padre que este se lo rompe.
Pasa el tiempo, pasan los bares donde tocar, y Steven se convierte en Stevie, llegando a emular a Santana, cuando sin haber sacado un solo discos toca en un festival importante, esta vez en el Festival Internacional de Jazz de Montreaux en Suiza.
Stevie se convierte, siendo blanco, en el guitarrista de blues más importante de esos tiempos, y quizás de todos, nominado a los grammy’s y llevándoselos a su casa.
Pero tras la muerte de su padre, aquel que lo llevaba de la mano a ver conciertos de Fats Domino y Jimmy Reed, cae en depresión, en litros del Whisky más añejo y gramos de más, que le producen una ulcera estomacal. Se rehabilita abrazado de su eterna guitarra, la de siempre, la que compro usada en el 74, la llamada “Number One”, y abstemio por completo retoma los escenarios con el “Live Alive”. Todo un grito que significa mucho.
Pero en un gira por Chicago, por aquel Chicago blusero, junto a sus amigos Robert Cray, Eric Clapton y Buddy Guy, después de tocar su famosa versión de Elmore James, The Sky Is Crying, el helicóptero que lo transportaba se estrello a penas alzar el vuelo, y el pequeño Steven murió.
La historia hubiera sido más trágica para el mundo de la guitarra y del blues, si sus amigos como estaba planeado, lo hubieran acompañado en aquel viaje.
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