


Caminando por el casco viejo, hacia la Mari Kalea, vía el muelle, aparece la plaza Miguel Muñua, aquel que les enseñaba a los niños Euskera, hasta que Francisco apareció. A la derecha el monte Urgull, el paseo del muelle, la tía Paparda y al fondo el acuario. De ahí cruzar a la izquierda, y dejar a mano derecha todas la Txalupas pintadas de vivos verdes, rojos y blancos, amarradas una a la otra como hermanos. Caminar por el paseo de La Concha, deleitarse con la famosa barandilla, la ancha playa, las gaviotas y la Isla de Santa Clara. Pasar por enfrente de La Perla, y recordar aquellas carpas, blancas y azules que aitona alquilaba. Llegar a la playa de Ondarreta, por el mismo paseo, y a los pies del Monte Igeldo con su funicular y su parque de atracciones de madera, sentir que pisas las piedras escalonadas y talladas de la Plaza del Tenis entrando al Peine del Viento.